FILOSOFÍA


Escribe el Dr. Mitchell Gaynor (oncólogo norteamericano) en su libro Sonidos que Curan, que el sonido influye en el proceso de curación alterando las funciones celulares mediante efectos energéticos, de tal manera, que los sistemas biológicos funcionen con más homeostasis, calmando la mente y con ello relajando el cuerpo físico. A la vez altera las emociones que influyen en los neurotransmisores y neuropéptidos, que ayudan a regular el sistema inmunitario. “Por lo tanto la música, el sonido organizado, tiene potentes efectos emocionales que estimulan recuerdos, asociaciones y estados psicológicos altamente desarrollados con un claro impacto en nuestros sistemas de curación”.

Fabien Maman, compositor francés, ha explorado y documentado la influencia específica que las ondas sonoras ejercen en las células. Investigó durante un año, usando la fotografía microscópica, el efecto del sonido de baja frecuencia (30 a 40 decibelios) en las células humanas y en células cancerosas (cáncer de útero) y observó durante veinte minutos su reacción ante sonidos emitidos por un gong, un xilófono, una guitarra acústica y la voz humana cantando a capella. El gong, rico en armónicos provocó que las células cancerosas estallaran. Sin embargo, lo más relevante fue que la voz humana desorganizó la estructura celular cancerígena, Fabien Maman dedujo que la voz tiene una vibración más poderosa que cualquier instrumento musical y le atribuyó este poder a la Conciencia que es capaz de poner el ser humano en ella.


Para el Dr. Steven Halpern, el sonido es una onda portadora de Conciencia, y dependiendo de dónde esté situada la conciencia de un individuo cuando crea un sonido, éste lleva información de ese estado a la persona que lo reciba. Por ejemplo, si estamos enfadados y creamos un sonido, aunque sea un sonido agradable, estaremos trasmitiendo el enojo que se encuentra incorporado en ese sonido y será percibido sutil e inconscientemente por aquellos que lo perciban.


Jonathan Goldman considera esto como la intención o el propósito que se halla detrás del sonido, explicando con ello que la intención es la conciencia de nuestra mente, es decir, la armonización de la energía sagrada en nosotros, la energía creadora dentro de nosotros. La intención indica la conciencia de sanar y hacer felices a los que nos rodean, para recibir el mismo regalo de manera recíproca. La intención es la energía detrás del sonido que ha sido creado.


También Fabien Maman descubrió que los glóbulos rojos de la sangre cuando estaban sujetos a una escala cromática de frecuencias alteraban su color y forma (usó para ello diapasones), y así observó que la nota LA (440Hz) las cambió a color rosado, la nota DO las hizo alargadas y la nota MI las volvió esféricas. Las células cancerosas se desintegraban entre 400 y 480Hz en las notas LA-SI, llegando a la conclusión de que es posible que ciertas vibraciones refuercen las células y los tejidos sanos e inhiban las células enfermas.


La terapia del sonido se fundamenta en el principio de resonancia o simpatía. El término resonancia se refiere al índice vibratorio de un objeto, la resonancia hace que un objeto vibrante provoque una vibración acompasada en otro; dicho de otro modo, el índice de vibración de un objeto se iguala al índice de vibración de otro objeto, actuando como vasos comunicantes.
Para la musicología cada parte del cuerpo, tiene una frecuencia óptima, sana. Cuando estamos enfermos, se debe a que alguna parte de nosotros no está vibrando en armonía consigo misma, con las demás partes o con el entorno. Esta disonancia o enfermedad puede sanarse con sonido e intención, devolviendo a las partes enfermas su frecuencia sana. Al dirigir el sonido correcto hacia nosotros mismos, o hacia la persona que desea ser curada, podremos regresar a una vibración óptima, sana. Nuestros pensamientos y emociones negativas adoptan una forma densa, a modo de patrones de energía cristalizada. Esos patrones cristalizados van penetrando gradualmente, hasta que, en última instancia, se manifiestan como la enfermedad física en el cuerpo en forma de coraza muscular. El sonido es capaz de disolver estas cristalizaciones potencialmente dañinas.


Los terapeutas del sonido, cuentan con muchos recursos a su disposición. Uno de los recursos de sanación por medio del sonido conocidos es la antigua técnica del canto de armónicos. Sus orígenes se sitúan en Asia central, donde se practica desde hace siglos por chamanes de las razas turkic de Mongolia y Tuva, en Sudáfrica lo practican las mujeres Xhosa y en el Tíbet, lo emplean los lamas. Conocido como hoomï o khoomeï en Asia, nqokolo por los Xhosa o canto de armónicos en occidente, se trata de una técnica mediante la cual una sola persona canta dos, tres y hasta cuatro sonidos simultáneos. Por medio de la intención encauzada y empleando el máximo de resonadores posible dentro del cuerpo y el cráneo, es posible amplificar los armónicos del tono fundamental que se está cantando. Esos armónicos se perciben como tonos por encima del bordón bajo en forma de tonos nítidos similares al sonido de una flauta o al tintineo de campanas. El "canto de la voz grave" de los monjes del Tíbet y los mongoles, crea un bordón fundamental secundario, que permite la amplificación de un segundo armónico, configurando un total de cuatro sonidos simultáneos. Al emitirlos se configura una vibración que actúa en diversos niveles. Los tonos fundamentales o bajos de la voz actúan principalmente sobre el cuerpo físico, mientras que los armónicos, actúan a niveles más profundos.


Los armónicos fueron descubiertos primero en Occidente por Pitágoras hace unos 2.600 años. El famoso filósofo y matemático griego era también un maestro de la música, y junto con sus estudiantes pasó años estudiando el sonido y la vibración. Encontró, después de estudiar el monocordio, instrumento de una sola cuerda, que todos los sonidos estaban compuestos de vibraciones o frecuencias múltiples, no sólo de una, como nuestros oídos generalmente perciben.


Casi del mismo modo en que la luz blanca está compuesta de un amplio espectro de colores, que se vuelve visible cuando la luz es refractada por un prisma, el sonido también puede ser refractado de modo que sus partes constituyentes puedan percibirse. Al igual que el arco iris está compuesto de los colores que el ojo humano ve como luz blanca, los armónicos son los colores del sonido. Estos armónicos, que normalmente pasan inadvertidos, son, en realidad, de vital importancia para todos los seres humanos, y permiten que diferenciemos entre un sonido y otro. Es la riqueza de los armónicos del sonido lo que nos ayuda a establecer la diferencia entre un instrumento musical u otro, aún cuando ambos ejecuten la misma nota musical. Nuestro cerebro puede decir inmediatamente si cierta nota se halla interpretada por una flauta, por una guitarra o por un piano. Si se filtran los armónicos, nos volvemos incapaces de distinguir entre estos instrumentos.